¿La Cura es Peor Que La Enfermedad?

El paisaje del básquetbol está repleto de símbolos pero ninguno más dañino que el contrato malo.El paisaje del básquetbol está repleto de símbolos,

De forma retórica, hay una buena razón para esto. Sin importar qué tan concienzudamente alegues que los contratos malos representan una pequeña fracción de la totalidad, o que el volumen de los jugadores mal pagos sujetos a la escala de novatos y las superestrellas de bajo costo superan con creces la cantidad de ofertas infladas, la carta del triunfo es irrefutable:

“Jerome James”, “Eddy Curry”, “Gilbert Arenas”, “Drew Gooden”.

Los fantasmas siempre han poblado el debate político: el beneficiario de prestaciones sociales que conduce un Cadillac. El CEO fracasado con su paracaídas de oro. El inmigrante indocumentado que tiene acceso a la sala de emergencias y a la escuela pública. El minorista que se aprovecha de una comunidad después de un desastre natural. Los propietarios de aviones corporativos que reciben beneficios fiscales.

En ese mismo espíritu, el básquetbol tiene a James, Curry, Arenas, Gooden y el tipo que sorbió todo el presupuesto de tu equipo y luego no estuvo a la altura de su contrato. Estos jugadores podrán ser los extremos, pero representan algo fundamentalmente injusto para la mayoría de los fans:

Están cobrando por un trabajo que no están haciendo.

Esta transgresión luce particularmente podrida cuando el trabajo en cuestión es jugar un juego de niños, y esta violación a la confianza del público hace que el jugador que recibe un salario excesivo sea un tema de conversación muy conveniente.

Claro que un contrato malo no nace de manera espontánea. Comienza como una oferta extendida por un equipo para obtener los servicios de un jugador — por lo general un agente libre, y a veces como una extensión de un acuerdo existente. De cualquier manera, una oficina de la NBA vio una vacante en el roster, creyó lo suficiente en el potencial del jugador como para buscarlo, y finalmente lo fichó con un contrato muy lucrativo. Por mucho que podamos criticar la ética de trabajo de alguien que ofrece una producción mediocre después de firmar semejante acuerdo, el trabajo de evaluar el carácter del personaje y proyectar el rendimiento de un jugador recae en los ejecutivos de un equipo y en los propietarios que los emplean.

Por más divertido que parezca desde afuera y desde las filas de las ligas de fantasía, el trabajo del gerente general es agotador, avasallador, y muy difícil. El ejercicio de un gerente general suele terminar con una carta de despido. A menos que lleve una gorra de béisbol en junio y esté parado junto a su jugador estrella mientras éste levanta el trofeo Larry O’Brien, los traspiés de un gerente general suelen quedar más expuestos que sus pequeñas victorias. La búsqueda de talento para la NBA está minada de toda clase de peligros, e incluso los mejores directores de recursos humanos de la liga van a tener una o dos manchas costosas en sus currículos.

Es por esta razón que la presión por la implementación de contratos más cortos ha sido una parte central de las conversaciones sobre los “problemas del sistema” desde mucho antes del vencimiento del convenio colectivo anterior. Ya sea que interpretes esto como un medio de obtener protección para los equipos malos, como una manera inteligente de mantener el gasto bajo control, o como una manera de evitar que los fracasados lucren sin producir, la reducción de la duración de los contratos seguramente se hará un lugar en el próximo convenio laboral, cuando sea que llegue.

Source: ESPN Deportes